Andrés era un joven ingeniero mecánico que había trabajado durante los últimos 3 años en una importante empresa constructora. Desde que se había unido a la compañía, había sido responsable de realizar ensayos de ultrasonido de Nivel 1 en las diferentes obras.

Si bien Andrés disfrutaba de su trabajo y se sentía satisfecho con los logros alcanzados, poco a poco comenzó a cuestionarse si no debería dar el siguiente paso y obtener la certificación de Ultrasonido Industrial Nivel 2.

Sabía que esta certificación le permitiría incrementar sus responsabilidades y tomar un rol más protagónico en la evaluación de la calidad y seguridad de las estructuras. Sin embargo, la perspectiva de tener que estudiar más, rendir exámenes y acumular horas de experiencia práctica le generaba dudas e incertidumbre.

“¿Realmente vale la pena todo este estudio adicional?”, se cuestionaba Andrés. “Tal vez debería conformarme con mi nivel actual y enfocarme en perfeccionar mis habilidades actuales”.

Por un lado, Andrés reconocía que la certificación de Nivel 2 le abriría puertas a mejores oportunidades laborales y un mayor salario. Pero por otro, temía que el proceso fuera demasiado demandante y que interfiriera con su vida personal.

Después de meditarlo durante varias semanas, Andrés decidió tener una conversación franca con su jefe. Le expuso sus dudas y solicito su consejo.

El jefe de la persona era un ingeniero experimentado. Le explicó los beneficios de aprender Ultrasonido Industrial Nivel 2. Le dijo que sería muy valioso para la empresa y le abriría oportunidades en el futuro.

Finalmente, Andrés se convenció de que era una inversión que valía la pena hacer. Así que se inscribió en un programa de formación y se embarcó en el reto de obtener la codiciada certificación de Nivel 2. Aunque el camino no fue fácil, el esfuerzo le permitió convertirse en un experto reconocido en su campo.